martes, 26 de agosto de 2014

Lo no que quiero ser.

Publicado por Carolina Cervantes en 14:03 4 comentarios
Si piensas que tu vida es un correr corre, una montaña rusa, es porque no has tenido un hijo con discapacidad. Soy madre de una niña de 6 años con parálisis cerebral. Las circunstancias me han llevado a ser su principal cuidadora, mi hija es quien obtiene lo mejor de mi. Ser la madre de Mariana es acostumbrarse a vivir con lo irreversible, con lo impredecible. Es no tener tiempo para dramas, es imaginar como sería nuestra vida, su vida, si no tuviese una discapacidad. Es desanimarse. es trabajar duro, es dejar de pensar en bobadas para no sufrir. Es perder mi identidad, es dejar de ser Carolina para ser "La mamá de Mariana".

Soy rebelde, creo que siempre lo he sido, por eso me niego a aceptar esa vida de ser "la madrecita abnegada" que renuncia a todo para cuidar a su hija y ya, que hace todo por inercia, por obligación, no por amor. ¡Esa no es la madre que Nana merece! ¡Esa no es la mujer que yo quiero ser! Por eso me paso horas, noches enteras pensando, dándole vueltas al tema una y otra vez, cómo salir de ese circulo vicioso en el que hemos estado viviendo. Sigo con mis días normales, pañales, ropita limpia, comida, meriendas, medicinas y la brillante sonrisa de Mariana, jugamos, reímos, pero regresa esa idea egoísta a mi mente. Porque sí, hay que admitirlo, es una idea egoísta, o por lo menos a mi parecer lo es.

Cuando Mariana descansa a mi lado en la cama que compartimos me mira y me sonríe como diciendo: "¡Gracias mami, soy feliz!, yo empiezo a sentirme estúpida y ridícula por sufrir tanto, por pedir tanto. Me siento desagradecida con mi vida, con el mundo, ella es feliz como es, así apenas esté aprendiendo a caminar y a hablar, ella es más feliz que yo, que ustedes y que cualquier otra persona que me lee.

Nana siempre está de buen humor, siempre está sonriente, es la primera en animarse a participar de cualquier juego, lee libros sin saber leer, baila sin saber bailar, habla sin saber hablar, está siempre dispuesta a dar y a recibir besos y abrazos. Por eso creo que aún si pudiera, jamás la cambiaría por otra niña que camine, hable, baile y lea, ¿Qué otra niña me movería el alma de esa manera motivándome a ser una mejor persona y a dar siempre lo mejor de mi? Todo lo que hago por ella es motivado por el profundo amor que le tengo, por eso no dejo de sentirme culpable por esa idea egoísta de ser un poco más que su abnegada mamá.
 

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